
Vuelven al pueblo en verano, por dos días, por tres, por una semana, las vacaciones enteras. Abandonan los fastidiosos lugares de trabajo. Olvidan los formularios, las colas, las nóminas. Desertan de las fábricas, de los despachos, de las aulas. Traen un tufo de reloj y de tinta china, color de palidez y desmayo, gesto de horario y de insomnio.