
Cartel de la película Blow Up (1966)
Existe una leyenda urbana que afirma que nunca nadie en su efímera vida ha conseguido ver un film de Antonioni de principio a fin, algunos críticos dicen que se trata de un cine tan denso que la película mas que visionarla tú a ella, te absorbe ella a ti. Pasamos de ser meros espectadores a ser personajes de la misma.
Blow up está basada en un cuento del gran escritor surrealista Julio Cortázar, la película intenta contarnos la historia de un fotógrafo londinense que sirve al director de trampolín para mostrarnos el más puro Londres pop y psicodélico de la época. (Swinging London de los 60)
La película, del 1966 fue premiada con la Palma de Oro en el festival de Cannes. Con un guión escrito por Tonino Guerra y una espléndida aunque densa fotografía de Carlo di Palma, a mi parecer la película guarda un poco de ese realismo mágico que tanto se apreciaba en las obras de Cortázar.
Se puede afirmar que en la película hay un crimen sin víctima, una trama que carece completamente de acción, efectos o actos que no tienen causa alguna y una historia sin sentido.
El propio Antonioni llamó a este un film Zen, es decir, un largometraje que se explica o se presta a muchas y diferentes interpretaciones en la medida en que está inspirado o no en la cuestión de la apariencia de la realidad. Es en escenas como la de la compra de la hélice, las fotografías en el parque e incluso en las dosis de sexo de la película, cuando parece que la realidad ha sido completamente engullida por un agujero negro par dar paso a otro tipo de cine.
El trayecto del protagonista en la película es espectacular, no se trata de una evoluicón narrativa de madurez como ocurre en mucha películas del cine clásico o actual, en las que el personaje pasa de la humildad a la locura o de la pasividad a la agresividad. En este caso se trata de un trayecto fotográfico, a través de las fotografías que toma él va descubriendo la ruina de esa sociedad londinense hasta llegar a la más profunda de las sorpresas, la posibilidad de hallar un cadáver en Maryon Park.
Creo que el cadáver supone la guinda para hablarnos de esa sociedad londinense esclava de la estética, del pop y de lo psicodélico y estrambótico.
Por ejemplo, escenas como las de la revelación de la fotografía si que creo que suponen un antes y un después en la película o en su desarrollo. Otra secuencia importante y extraña es la de los cuadros:
Bill le dice a su amigo fotógrafo (David Hemmings) sobre los cuadros que está pintando: “No dicen nada cuando los pinto. Una real confusión. Con el tiempo suelo encontrar algo que vale. Como esa pierna. Luego adquiere forma, y tiene sentido. Como una pista en una novela policial. No me preguntes lo que es. No sé aún.”
Sin embargo en la película podemos encontrar claros símbolos o elementos que la caracterizan, la hacen más atractiva para el espectador a la par que consiguen aumentar su desaliento y confusión:
El flamante Rolls Royce de Thomas, el morbo y el encanto de Vanessa Redgrave y su corbata, la extraña colección de fotos de Don McCullin y La guitarra de Jimmy Page en el concierto de los Yardbirds.
El largometraje es rico en cuanto a calidad fotográfica, sin lugar a dudas estamos ante un cine denso y de dirección plúmbea, asistiendo en ocasiones a un montaje audiovisual narcótico. Nadie como Antonioni conseguirá hacer una película que refleje ese espíritu londinense de los sesenta, acompañado de una música y personajes especiales.
Es posible que la mayoría de las personas que hallan visto la película aprecien como se produce en la misma un giro paulatino en su argumento, pasando de ser un film narrativo de la época de los 60, a una película más minuciosa, pesada y ambigua.
Sin duda, su ritmo, personajes o la fotografía, lograrán llamar la atención de todo aquel que la comience a ver, pues no es ni el típico cine clásico con una narrativa definida ni el cine actual repleto de escenas de acción. Quizás no entendí la película o es que quizás no halla nada que entender…
A pesar de todo, Blow-Up tuvo una gran influencia en las nuevas generaciones de cineastas más jóvenes, ésta se hizo notoria más adelante en grandes películas como La Conversación (1974) de Francis Ford Coppola y en Impacto (1981) del americano Brian De Palma.
E.A